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Por María Segura de la Monja, responsable de seguridad alimentaria y medio ambiente de ACES
La salud alimentaria y de distribución es clave para la sostenibilidad. Por ello, la lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos es uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
De este modo, una reducción en el derroche alimentario se vería beneficiado gracias a una buena comprensión de datos y es que una mala lectura sobre el etiquetado de las fechas de alimentos puede provocar una enorme cantidad de desperdicio de suministro. Según estudios de la Comisión Europea anualmente se derrochan millones de toneladas de alimentos.
Este año, el Panel de Cuantificación del Desperdicio Alimentario en los Hogares del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en España, indica un aumento del 0,8% que alcanza los 1.363,8 millones de kilos, de los que 1.308 millones han sido tirados por deterioro o caducidad. Una cifra bastante alta a la que se suman los 25,6 millones de kilos que se desperdician fuera de los hogares.
Si bien es cierto que todos los productos cuentan con una fecha, esta puede ser de 'consumo preferente' o 'de caducidad'. La fecha de consumo preferente es aquella que indica el momento hasta el cual un alimento conserva sus propiedades, haciendo referencia a su calidad organoléptica, mientras que la fecha de caducidad se refiere al momento en que un producto puede ser consumido de forma segura. Es decir, un alimento si puede ingerirse tras la fecha de consumo preferente pero no tras la fecha de caducidad.
Por todo ello, una buena comprensión de estas prácticas favorecerá el consumo, la salud y el desperdicio de los alimentos, tanto fuera como dentro de su casa, al tiempo que ofrece un significativo ahorro a la cadena alimentaria.
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